viernes, 20 de enero de 2012

Respeto por los muertos. Pero, ¿Qué hay de los vivos?

¿Se muestran respeto, entre ellas, dos personas con opiniones polarizadamente diferentes? Blaise Pascal dijo que "las cuerdas que amarran el respeto de unos por otros son, en general, cuerdas de necesidad".

Manuel Fraga Iribarne falleció el pasado quince de enero. Su muerte despertó una gran polvareda de opiniones. La misma que parecía tener este político encima después de tantos años, pues vivió una eternidad. En medio de tanto polvo se distinguían diversas opiniones. Estaban aquellos a los que se les llenaba la boca de insultos, a los que, por el contrario, se les llenaba de halagos y, por último, los que reclamaban cierto respeto porque cualquier muerto, se apellide Fraga o no, lo merece.

Estamos en un país en que la libertad de expresión es nombrada por cada esquina, cada uno tiene libertad para decir la suya. Parece que muchos al levantarse el pasado día quince, lo hicieron dejándose el respeto en casa y, no por Fraga, sino por los que pensaban diferente a ellos. Por un lado, muchos de los que no pudieron desayunar por tener la boca ya llena de insultos contra el expresidente de la Xunta arremetieron contra los de "todo muerto merece respeto", "dejadle descansar en paz". Por otro lado, otros muchos de los que aclamaban respeto para los muertos también parecían haberselo dejado en casa para los vivos que pensaran diferente. Está claro que la mayoría suelen respetar las opiniones de los demás pero para los que no lo hacen, ¿Dónde queda el respeto entre los que todavía estamos aquí?

La muerte de Fraga no es más que un caso que sirve de ejemplo, igual que cualquier otro, para ver cómo en ocasiones se sobrepasan los límites del respeto por creer que en nombre de la libertad de expresión todo se puede decir. El ying y el yang son, probablemente, la mejor forma de explicar el respeto mutuo entre dos personas, pues para los taoístas todo está en equilibrio: la oscuridad contiene claridad y viceversa. En toda pérdida hay algo de ganancia.

No existe una verdad absoluta, por eso todos tenemos derecho a decir la nuestra en voz alta. Pero quizá el respeto debiera ser algo que llevásemos pegado en el trasero. No sé si es por la humedad de febrero pero a algunos les resbala cintura abajo dejándolo caer hasta los pies y pisándolo "sin querer".